En la rehabilitación neurológica, pocas cosas son tan valiosas como la precisión. Cada intervención debe estar fundamentada en datos concretos, protocolos definidos y dispositivos diseñados para el propósito clínico. Sin embargo, también es un campo donde las palabras técnicas pueden utilizarse para vender tratamientos sin suficiente respaldo.

Uno de estos casos es la estimulación vibratoria para mejorar la sensibilidad y el control motor tras un ictus. Mientras algunos estudios sugieren que la vibración local puede tener efectos positivos en combinación con la fisioterapia, muchos dispositivos comerciales y aplicaciones clínicas carecen de especificaciones técnicas claras y protocolos bien establecidos.

Entonces, ¿cómo diferenciamos un tratamiento bien fundamentado de una moda disfrazada de ciencia?


1️⃣ El dispositivo importa, y no todos son iguales

Hablar de “terapia vibratoria” sin precisar qué dispositivo se usa es como decir que un fármaco es “bueno” sin mencionar su principio activo o su dosis. En estudios clínicos, se han utilizado dispositivos específicos diseñados para aplicaciones médicas, como:

? Horus® y Thrive MD-01®, sistemas de transducción mecánica con control de parámetros. ? ViSS® y CroSystem®, dispositivos utilizados en investigación clínica.

? Sistemas experimentales con regulación precisa de frecuencia y amplitud.

? El problema: Existen en el mercado múltiples dispositivos comerciales que promocionan “estimulación vibratoria” sin especificar frecuencia, amplitud ni modo de aplicación. Sin estos datos, ¿cómo podemos saber que el estímulo aplicado es comparable al de los estudios científicos?

? La diferencia clave: Los dispositivos utilizados en investigaciones están diseñados para aplicar vibraciones de forma controlada y replicable, mientras que muchos dispositivos comerciales no garantizan ni siquiera la consistencia del estímulo aplicado.


2️⃣ Parámetros de vibración: la clave de un tratamiento real

Si realmente queremos entender la eficacia de la vibración, no basta con aplicarla de forma arbitraria. En estudios clínicos se han utilizado:

Frecuencia: 70 Hz – 300 Hz, con la mayoría de estudios entre 90-120 Hz.

Amplitud: 0.01 mm – 2 mm.

Duración de la sesión: 5 – 60 minutos.

Duración total del programa: 2 – 12 semanas.

Frecuencia de aplicación: Entre 3 y 5 veces por semana.

? El problema: Muchas intervenciones comerciales omiten estos parámetros. Decir que se usa “terapia vibratoria” sin definir frecuencia, amplitud y duración es como decir que se administra “medicina” sin indicar dosis ni composición.

? Lo que sí tiene sentido: En estudios bien diseñados, la vibración se usa con parámetros ajustados a cada paciente y bajo un marco clínico controlado. Sin un protocolo definido, la intervención pierde su fundamento científico.


3️⃣ ¿Terapia independiente o complementaria?

Una gran parte de los estudios han evaluado la vibración en dos modalidades:

? Como tratamiento único (con resultados inconsistentes y poco concluyentes).

? En combinación con fisioterapia tradicional (la mayoría de los estudios, con resultados más prometedores).

? El problema: Si la vibración se usa junto con fisioterapia convencional, ¿la mejora se debe realmente a la vibración o a la combinación de tratamientos?

? Lo que sí tiene sentido: La vibración podría potenciar los efectos de la fisioterapia en la fase crónica del ictus, pero esto debe investigarse con ensayos clínicos sólidos, bien diseñados y con muestras amplias.


Conclusión: ciencia con fundamento vs. marketing con disfraz técnico

? Existen aplicaciones de la estimulación vibratoria con dispositivos adecuados, parámetros bien definidos y protocolos basados en evidencia.

? Sin embargo, muchas aplicaciones comerciales no cuentan con especificaciones claras, lo que las convierte en intervenciones con valor incierto.

? Para diferenciar la ciencia del marketing, debemos exigir precisión en el tipo de dispositivo, los parámetros utilizados y la integración con otras terapias.

La neurociencia no es solo cuestión de nombres sofisticados; es precisión, es replicabilidad y es evidencia. Antes de aceptar cualquier intervención como efectiva, preguntemos: ¿Está bien diseñada, bien medida y bien respaldada?

Porque en ciencia, las palabras sin datos no tienen peso.

José López Sánchez

CEO @ Centro Europeo de Neurociencias | Intensive Therapy Specialist

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