La velocidad de la marcha ha sido descrita como el «sexto signo vital,» una ventana a la salud neurológica, cardiovascular y funcional. Pero ¿cuánto sabemos realmente sobre cómo los movimientos aparentemente simples, como el balanceo de los brazos, contribuyen a nuestra capacidad de caminar más rápido, más estable y más eficientemente?

Un reciente estudio publicado arroja luz sobre este fenómeno, examinando los cambios en el balanceo de los brazos durante la marcha en personas post-ACV. Los hallazgos son reveladores: mientras que el brazo no afectado adapta su rango de movimiento al aumentar la velocidad, el brazo afectado muestra patrones más limitados y heterogéneos. Esto no solo refleja las complejidades del sistema nervioso tras una lesión cerebral, sino que también subraya la importancia de la estabilidad y la coordinación inter límbica en la rehabilitación.

¿Por qué importa esto? Porque caminar no es solo un acto biomecánico; es una expresión integrada del cerebro y el cuerpo. La marcha lenta, o una asimetría en el balanceo de los brazos, no solo indica problemas motores, sino que también puede ser un marcador temprano de condiciones neurológicas más amplias, como el deterioro cognitivo o un mayor riesgo de caídas.

En la neurorrehabilitación, estos detalles son fundamentales. El balanceo de los brazos, a menudo ignorado en los programas de rehabilitación, podría convertirse en un objetivo clave para mejorar la velocidad y estabilidad de la marcha. Es un recordatorio de que los movimientos «automáticos» no son tan automáticos: son el resultado de redes neuronales complejas que, cuando se dañan, requieren un enfoque terapéutico preciso.

Más allá del contexto clínico, la velocidad de la marcha tiene implicaciones más amplias. En los adultos mayores, cada incremento de 0.1 m/s se asocia con una mayor independencia, menor riesgo de mortalidad y mejor calidad de vida. Pero la marcha no solo es un marcador de salud, es una herramienta de diagnóstico y una vía para intervenir.

Como neurocientíficos, clínicos y profesionales de la rehabilitación, necesitamos re imaginar la marcha como un indicador multifacético y dinámico. Este estudio nos invita a integrar estrategias que restauren no solo la fuerza o el equilibrio, sino también los patrones sutiles de coordinación que hacen de caminar un acto humano tan intrínseco como extraordinario.

¿El futuro? Intervenciones personalizadas que no solo miren los pasos que damos, sino cómo los damos. Porque cada paso, y cada balanceo del brazo, cuenta.


Cita del estudio: De Vlieger et al. (2025). «Speed-dependent changes in the arm swing during independent walking in individuals after stroke.» https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0315332

https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0315332

José López Sánchez

CEO @ Centro Europeo de Neurociencias | Intensive Therapy Specialist

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