En la evolución de cualquier campo del conocimiento, especialmente en aquellos dedicados a la salud y la rehabilitación, es inevitable encontrar debates sobre qué disciplina puede reclamar la “pertenencia” de técnicas y conceptos. La neurorrehabilitación no es una excepción. En este campo, donde se cruzan la fisioterapia, la terapia ocupacional, la neuropsicología y otras disciplinas, existe una tensión constante entre la tradición y la innovación. Esta tensión a menudo se convierte en un debate sobre quién tiene la autoridad para aplicar o desarrollar ciertas técnicas. Sin embargo, este debate, aunque natural, puede ser más una distracción que un catalizador para el progreso.
Consideremos el ejemplo del Constraint-Induced Movement Therapy (CIMT), desarrollado por Edward Taub, un psicólogo que revolucionó la rehabilitación al demostrar que el cerebro es mucho más plástico de lo que se pensaba anteriormente. Su enfoque, centrado en obligar al uso del miembro afectado al restringir el sano, no solo desafía ideas preconcebidas sobre la recuperación funcional tras un ictus, sino también plantea preguntas sobre a quién pertenece esta técnica. La CIMT se mueve cómodamente entre los dominios de la terapia ocupacional, por su impacto en las actividades de la vida diaria, la fisioterapia, debido a su enfoque en la mejora de patrones motores, y la psicología, debido a las técnicas de modificación de conducta que son clave para su aplicación y éxito. Esta transversalidad subraya un punto esencial: la ciencia y la rehabilitación son intrínsecamente interdisciplinarias.
El Contexto Histórico de la Especialización
Las disciplinas dentro de la neurorrehabilitación surgieron en un contexto histórico particular, moldeado por las necesidades y conocimientos de su época. La fisioterapia, por ejemplo, tiene sus raíces en la rehabilitación física de soldados heridos en la Primera y Segunda Guerra Mundial, mientras que la terapia ocupacional se desarrolló inicialmente para ayudar a las personas a reintegrarse en la vida diaria tras enfermedades o traumas. Estas especializaciones fueron fundamentales para organizar el conocimiento y dirigir esfuerzos hacia objetivos específicos, pero también establecieron fronteras que hoy resultan, en muchos casos, arbitrarias.
El problema surge cuando estas fronteras se convierten en barreras, reforzadas por una sensación de propiedad sobre ciertas prácticas. Por ejemplo, hay profesionales que critican vehementemente la aplicación de técnicas por parte de otras disciplinas, basándose más en argumentos de autoridad o tradición que en evidencia empírica. Esta postura no solo es miope, sino también perjudicial, porque ignora el hecho de que las necesidades del paciente deben ser el centro de cualquier intervención terapéutica.
La Naturaleza Transversal del Conocimiento
La ciencia, especialmente en áreas como la neurorrehabilitación, rara vez se ajusta a categorías disciplinarias estrictas. El conocimiento es, por definición, transversal. Conceptos como la plásticidad cerebral, el control motor y la neuroadaptación no pertenecen exclusivamente a una disciplina. Más bien, son herramientas que pueden ser adoptadas y adaptadas por quienes tengan la formación y la perspectiva adecuada para aplicarlas eficazmente.
El CIMT es un ejemplo paradigmático. La base conceptual de la técnica radica en principios psicológicos y neurocientíficos, pero su aplicación efectiva depende de una comprensión profunda de los aspectos funcionales y motores del paciente. Esto exige colaboración interdisciplinaria, no territorialismo. Si un fisioterapeuta encuentra útil esta técnica para mejorar la función motora de sus pacientes, ¿por qué debería ser censurado por aplicarla? De manera similar, si un terapeuta ocupacional utiliza la CIMT para promover la independencia en actividades cotidianas, ¿Qué sentido tiene cuestionar su competencia?
Cabe destacar que las funciones que realizan los profesionales dentro de la neurorrehabilitación pueden variar significativamente según el país en el que se encuentren, debido a factores culturales, formativos y legislativos. Por ejemplo, las funciones de un terapeuta ocupacional en España son distintas de las que realiza uno en Estados Unidos, y estas diferencias no deben interpretarse como una mala representación de la profesión, sino como adaptaciones al contexto específico de cada región.
Además, la diferenciación que a menudo se observa en hospitales y clínicas, donde el terapeuta ocupacional se encarga del miembro superior y el fisioterapeuta del miembro inferior, no responde a razones científicas, sino a una organización pragmática diseñada para «evitar» conflictos entre profesiones. Sin embargo, estos enfoques organizativos no deben convertirse en dogmas que limiten la colaboración interdisciplinaria o ignoren los avances en el conocimiento de la neurociencia.
El Camino Hacia Adelante: Cooperación, No Competencia
El avance en neurorrehabilitación requiere una transformación cultural dentro de las disciplinas. En lugar de competir por la “propiedad” de técnicas o conceptos, los profesionales deben enfocarse en integrarlos de manera colaborativa, respetando la experiencia y las fortalezas de cada disciplina. Esto no significa diluir las especializaciones, sino reconocer que la complejidad de los problemas neurorrehabilitadores demanda un enfoque más holístico.
La educación también juega un papel crucial. Los programas de formación deben fomentar una comprensión interdisciplinaria desde el principio, enseñando a los futuros profesionales a colaborar y a adoptar técnicas basadas en evidencia, independientemente de su origen disciplinario. Además, se necesita un cambio en cómo se perciben las competencias: menos como límites y más como puntos de convergencia.
Conclusión
La verdadera pregunta no es quién tiene derecho a usar una técnica o de quién es el conocimiento, sino cómo podemos utilizarlo de manera efectiva para beneficiar a los pacientes. Es crucial desafiar a aquellos que pretenden limitar el progreso imponiendo su criterio de autoridad, dictándonos lo que tenemos y no tenemos que hacer, leer o escribir, y censurando los cambios. En un campo como la neurorrehabilitación, donde el sufrimiento humano y la esperanza de recuperación están en juego, no hay espacio para estos debates egocéntricos. La ciencia y la práctica clínica deben trascender las fronteras disciplinarias, adoptando un enfoque basado en evidencia y guiado por la colaboración. Solo así podremos honrar la esencia de nuestro trabajo: mejorar vidas.
José López Sánchez
CEO @ Centro Europeo de Neurociencias | Intensive Therapy Specialist