Si observamos a alguien levantando pesas con los brazos, no diríamos que está «aprendiendo» algo nuevo. Sin embargo, esta actividad tiene claros beneficios fisiológicos. Lo mismo ocurre en neurorrehabilitación: aumentar la fuerza no es lo mismo que reaprender a moverse con precisión.

El aprendizaje motor es un proceso que va más allá del simple entrenamiento. No se trata solo de fortalecer músculos o repetir movimientos; implica la reestructuración de circuitos neuronales para recuperar el control y la coordinación del movimiento. En pacientes con daño neurológico, este aprendizaje es la clave para la recuperación funcional.

Un tercer concepto entra en juego: la mejora de destrezas. Si queremos lanzar dardos con precisión, practicamos esa tarea específica, no simplemente fortalecemos el brazo. En rehabilitación, esto significa que para recuperar habilidades concretas, la práctica debe ser dirigida y específica.

Sin embargo, la rehabilitación tradicional ha estado dominada por enfoques orientados a tareas (task-oriented training). Krakauer et al. (2018) argumentan que este tipo de entrenamiento, aunque útil para la independencia en la vida diaria, promueve estrategias compensatorias sin impactar directamente en la recuperación del déficit motor. De hecho, la evidencia muestra que la mayor parte de la recuperación motora post-ictus ocurre de manera espontánea, siguiendo la regla de recuperación proporcional: los pacientes recuperan una fracción predecible de su capacidad original sin que la rehabilitación convencional aumente significativamente este proceso.

Es importante entender que durante este período de recuperación espontánea, no se recuperan habilidades motoras específicas de forma aislada, como la capacidad de usar un tenedor, sostener un vaso o abotonarse la camisa. Lo que se observa es una mejora general en el control motor y la fuerza, que posteriormente puede aplicarse a múltiples tareas funcionales. Es decir, el paciente no recupera directamente la habilidad de llevarse una cuchara a la boca, pero sí gana un mejor control del brazo, lo que le permitirá reaprender ese movimiento con más facilidad más adelante.

Para entender mejor estas diferencias, aquí una tabla comparativa entre entrenamiento, aprendizaje motor y práctica de destrezas:

Entonces, ¿qué hacer? Una propuesta innovadora es el enfoque no orientado a tareas, basado en la exploración motora lúdica y de alta dosis. En lugar de repetir tareas específicas, este método incentiva el movimiento exploratorio en un entorno enriquecido, como el uso de videojuegos inmersivos para estimular la plasticidad neuronal sin la rigidez de las tareas convencionales. La hipótesis es que esta estrategia puede amplificar la recuperación espontánea y mejorar la calidad del movimiento, en lugar de simplemente entrenar la ejecución de tareas específicas.

Si te interesa conocer más sobre este enfoque, te recomiendo este artículo reciente: https://games.jmir.org/2025/1/e56397

Este cambio de paradigma en rehabilitación podría redefinir cómo ayudamos a los pacientes a recuperar la movilidad, maximizando las oportunidades dentro de la ventana crítica de recuperación post-ictus o el potencial latente en la fase crónica.

José López Sánchez

CEO @ Centro Europeo de Neurociencias | Intensive Therapy Specialist

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